viernes, 12 de enero de 2018

Apariciones

LOS DIOSES DEL OLIMPO: ORIGEN DE LOS DIOSES GRIEGOS

Entre Tesalia y Macedonia, en la parte más árida de Grecia, la erguida silueta del monte Olimpo se levanta en una sucesión de contrafuertes rocosos. Su cumbre, coronada de centelleantes nieves eternas, parece elevarse fantásticamente hasta el cielo. Sobre esta montaña magnífica e imponente se erguía el “Palacio del Rey del Cielo y de la Tierra”:Zeus (Júpiter Romano).
Los acentos de su cólera resonaban estruendosamente y repercutían con violencia entre las paredes de los abismos rocosos. Encima de su cabeza, en los blancos vapores de las nubes, un águila, símbolo de su poderío, volaba sin cesar.
Y sin embargo, mucho antes de que se extendiera sobre el mundo el reino de Zeus y de que se levantara en la cumbre del Olimpo su mansión inaccesible para los mortales, con sus torres y sus murallas doradas, otros dios gobernaba seres y cosas. Era Cronos, el inexorable dios del Tiempo, a quien los romanos identificaron con Saturno.
Cronos, hijo de Urano (el Cielo), sabía que el Destino lo había condenado a ser destronado por uno de sus hijos varones. Por esta razón se apresuraba a devorar a todos los hijos de sexo masculino que tenía con su esposa Rea. Ésta, cansada de verlos desaparecer uno tras otro en el estómago paterno, tuvo un día la idea de reemplazar al hijo que acababa de nacer, con un trozo de roca cuidadosamente envuelto en primorosos pañales. Cronos cayó en el engaño y Zeus pudo salvarse.
El niño fue criado secretamente sobre el monte Ida en la isla de Creta por coribantes y ninfas, y alimentado con leche de la cabra: Amaltea (uno de sus cuernos rotos se transformó después en el “Cuerno de la Abundancia”). Para que Cronos no oyera llorar a su fatal heredero, los coribanteshacían gran alboroto alrededor de su cuna golpeando los escudos con los sables. Zeus, ya mayor de edad, empezó por liberar a su padre cautivo de los titanes y después lo desterró del Olimpo. Destronado, Cronos huyó, encontrando asilo en el país latino donde reinaba Juno. El tiempo en que Cronos vivió en Italia se llamó la Edad de Oro.
Para defender el Olimpo, Zeus tuvo que sostener terribles combates. Según la leyenda, los gigantes habían sobrepuesto montañas —Pelión y Osa— una encima de otra, formando una escalera para asaltarlo. Mas fueron rechazados por Zeus que se valió de su arma irresistible: el rayo. Mientras tanto, el crimen empezaba a aparecer sobre la tierra, y Zeus se vio obligado a castigarlo en la persona de Licaón, rey de Arcadia. Ese príncipe cruel mataba a todos los extranjeros que se aventuraban en sus Estados. Zeus se presentó en su reino pidiendo hospitalidad, y Licaón, como desafiando al poder supremo, le hizo servir en la comida carne de esclavo. Indignado, Zeus redujo a cenizas la mansión del perverso rey y lo transformó en lobo. Pero el dios todopoderoso, que con sólo fruncir el ceño hacía temblar el Universo, tenía que rendir cuentas al Destino (Fáturn).
A éste se lo representaba con el globo terrestre bajo sus pies y tenía en sus manos la urna que encierra el futuro y la suerte de dioses y de mortales. Fue, pues, el Destino quien dispuso la boda de Zeus con Hera (Juno romana), diosa vengativa, con rostro de blancura deslumbrante, protectora de hogares y familias, mujer de compañía agradable pero de carácter irascible, y extremadamente celosa. De la unión de Zeus con Hera nació un hijo cuya fealdad produjo la indignación materna. Asiéndolo por un pie, Hera lo arrojó desde lo alto del Olimpo hasta la isla deLemnos.
Esa tremenda caída provocó al pobre Hefaistos (Vulcano romano) una cojera eterna. Arrojado de la comunidad de los dioses se hizo herrero, estableciéndose en las islas Lípari y bajo el volcán Etna, en el centro de Sicilia. El fuego que brota de esa montaña y el de la fragua de Hefaistos, a quien Zeus encargó forjar el rayo. Los compañeros de Hefaistos son los Cíclopes. Zeus pidió también a Hefaistos la edificación de la morada olímpica y por recompensa le concedió la mano de la más bella de todas las diosas: Afrodita (Venus romana).
La flamante pareja presentaba un singular contraste: el marido no podía embellecer y la mujer no podía afearse. Por eso vivían separados y era muy difícil encontrarlos juntos. De todos los dioses el más hermoso era, sin duda alguna, Apolo (Febo romano). Hijo de Zeus y de Latona, había nacido, lo mismo que su hermanaDiana, en la isla de Delos. Pero Diana había quedado aprisionada en las árulas con cadenas de plata. Desde su niñez, Apolo había mostrado su fuerza extraordinaria estrangulando con sus manos a la enorme serpiente Pitón; que se había arrastrado hasta su cuna. Más adelante, para vengar a su hijo Asclepios (Esculapio romano), fulminado por Zeus, Apolo mató a los Cíclopes forjadores del rayo. A su vez, en castigo, el padre de los dioses lo desterró, encargándole el cuidado de los rebaños de Admeto, esposo de Alcestes.
Tiempo después ,Apolo, en compañía de Poseidón (Neptuno romano), exilado como él, entró al servicio deLaomedonte para quien edificó las murallas de Troya. Al fin fue llamado al Cielo por su padre, quien le confió el Carro del Sol. Desde ese día se lo pudo ver, con su cabellera de oro al viento, surcando el cielo de oriente a occidente en su carro arrastrado por briosos caballos. LasHoras lo acompañaban formando una comitiva rumbosa. Gustaba Apolo descansar sobre el Parnaso acompañado por las nueve Musas.
En cuanto a Hermes (Mercurio romano), aparecía siempre en lugares diferentes del Universo. Era el mensajero alado de los dioses. Se lo representa con sombrero de viaje, un bastón alado en las manos (el caduceo, alrededor del cual se enroscan dos serpientes) y alas en los pies.
Artemisa (Diana romana), hermana de Apolo, era la pálida y fría diosa lunar de los bosques. Su mayor placer era la caza, estaba siempre acompañada por una comitiva de ninfas, y perseguía incesantemente ciervos, lobos, jabalíes.
Palas Atenea (Minerva romana) era a la vez diosa de la Guerra y diosa de la Sabiduría. Su nacimiento se produjo en circunstancias extrañas. El padre de los dioses despertó un día con violentos dolores de cabeza, que le arrancaban gritos de dolor. Tomó todos los remedios de los cuales podían disponer entonces los dioses. Más todo fue en vano. Decidió, pues, ir hasta la fragua de Hefaistos y le exigió que le partiera el cráneo con un hacha.

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